miércoles, 31 de agosto de 2011

El Cerro visto desde Granada

Os dejo un texto encontrado en El Convento del Monaguillo, el blog de un cofrade granadino, acerca de nuestro andar.

Para verlo en todo su esplendor -con videos y todo- pinchad en el siguiente enlace: http://elconventodelmonaguillo.blogspot.com/2011/08/andarle.html#comment-form


miércoles 3 de agosto de 2011

Andarle

Se que no es lo mismo, así que partiré de esa base, pero no me nieguen que no da alegría ver un paso andarle de largo a una calle: sin miedos, sin medrosos capataces amantes del “menos paso quiero”, sin escuchar en un buen rato eso de “irse aguantando la trasera”, sin tener que estar mirando si estorba o no estorba la farola o si se engancha o no de la incómoda rama de un árbol. Andarle sin más… andarle.

Se que no podemos comparar (una vez más aquello y esto): que los itinerarios allí son mucho más largos; que están muchas más horas en la calle; que todos los pasos llevan cuadrillas dobladas como para poder andarle sin miedo; que los cortejos son más amplios y por tanto permiten replegarse por tramos haciendo la añorada “acordeón” que permita dejar siempre un hueco al paso para que camine; que los acompañantes litúrgicos se dejan guiar convenientemente sin tener que esperar a que les de la manigueta en el chorlo para que den un paso adelante… lo se, todo eso lo se, pero no me digan que no sueñan con ver un paso venir de frente a ese son, con ese compás, con esa relajación no forzada, con ese tranco, con esa envergadura… dejando simplemente que venga para que nos pase, y podamos ponernos a su lado caminando también junto a él. Andarle sin más… andarle.



Aquí la única vez que he podido ver un paso andando así estaba cayendo una manta de agua de padre y muy señor mío, y un barco navegaba entre la espuma de los blancos costales buscando donde guarecerse con un paso “mudá” largo y reposao que asemejaba mucho a esta templanza de hoy, a esta cadencia, a esta forma resuelta y ejemplar de comerse las calles bajo los faldones. Si no es lloviendo y a mitad de recorrido, no hay forma de ver un paso andando de largo por Graná, y ya sería andarle con prisas, cuando lo que yo busco es andarle sin más… andarle.

Aún así, y en mi eterna búsqueda de la Verdad costalera, sabiendo que no es lo mismo (porque no lo es), cada Lunes Santo me gusta ver llegar a Granada al zaidinero palio de Nuestra Señora de la Luz, que, sin demasiados complejos y sin descomponerse en demasía avanza por Sos del Rey Católico o por Poeta Manuel de Góngora como si no hubiera otra cosa que hacer en el mundo sino caminar. Andarle sin más… andarle.

Es el único momento de nuestra Semana Santa en el que puedo ver llegar de frente un paso sin miedos, sin dudas y sin autolimitarse. Por eso me gusta tanto bucear de vez en cuando por Internet sabiendo lo que busco y donde lo busco… y lo que busco está, por ejemplo, en el Cerro del Águila: tan lejano y tan de barrio, tan castigado por las aguas y tan sincero, tan sencillo y tan elegante a la par. En el Cerro, aparte de todas las demás preocupaciones (lógicas) de una normal Estación de Penitencia, para llegar a la Catedral a la hora, hay que andarle sin más… andarle.



Aquí os pongo dos ejemplos de cómo se viene encima un paso de misterio de categoría y un paso de palio sin estridencias ni bandazos, con su música y su compás, con su ritmo y su rumbo bien claro.

Hoy me ha dado por abrir senderos en el recuerdo, haciendo, como los caminantes, camino al andar. Andarle sin más… andarle.

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